Navidades sin ti, Navidades tras pérdidas

Llega el Adviento y todo se llena de decoración navideña, suenan villancicos, se suman las reuniones, especialmente este año, donde casi todo el mundo tiene ganas de volver a celebrar “como antes”, pero para mucha gente no será como antes, tal vez hayas perdido a alguien querido, puede que te hubieras imaginado que estas Navidades las pasarías con ese bebé que no llega o que llegó, pero se fue demasiado pronto. En estos casos las Navidades se mezclan con la tristeza y la nostalgia.


¿Como puedo prepararme para estas Navidades?

Lo primero y más importante es el autocuidado, igual que dedicamos un ratito cada día para hacer una higiene de nuestro cuerpo, deberíamos dedicar un rato para hacer una higiene mental, aquí vale cualquier cosa que te ayude a conectar contigo mismo: dedicar algún rato a meditar, dar un paseo en calma por el simple placer de pasear, estar en contacto con la naturaleza, cuidar de las plantas, tomar un café a solas disfrutando de sus aromas, escribir, pintar mándalas… Piensa en tus emociones como una taza, si la vas vaciando poco a poco, siempre habrá sitio disponible. Pero si te olvidas de vaciarla, llegará un momento que rebose, será “la gota que colma el vaso”. Además, a menudo esa gota es insignificante, por lo que puedes mostrar una sobrereacción ante la situación, que tal vez no hubieras mostrado de tener la taza vacía. Acuérdate de vaciar un poco esta taza cada día.


Las emociones son algo curioso, cuanto más tratamos de resistirnos a ellas, más fuertes se hacen. Las emociones no se pueden borrar sin más, cuando tratas de evitarlas, de negarlas, lo único que puedes hacer es esconderlas debajo de una alfombra. Y ya sabes que todo aquello que escondemos debajo de la alfombra acaba saliendo de una forma u otra. Las emociones se transitan, esto significa que la tristeza y el dolor hay que sentirlos. Tienes derecho a estar triste y está bien estarlo. Permítete estar triste, permítete conectar con ese dolor. Es la única forma que, con el tiempo, el dolor pueda convertirse en un bello recuerdo, que te pondrá de manifiesto lo maravilloso que fue que esa persona estuviera en tu vida, aunque sólo fuera por un corto espacio de tiempo. 


Como comentábamos, la tristeza es parte de la vida, nos recuerda lo que es importante y valioso para nosotros. Puedes honrar la presencia de esa persona que no está, trayéndolo de alguna manera a la mesa contigo, tal vez con su plato favorito, tal vez una foto suya, tal vez un elemento de la decoración que hiciste pensado en esa persona, tal vez unas estrellitas que cuelgan de una lámpara o unas velas encendidas sobre la mesa. Una estrellita por cada bebé que despedimos, por cada embrión que no pudo llegar a ser.


Hasta aquí el trabajo que puedes hacer contigo mismo, pero vivimos en sociedad y también toca enfrentarse a reuniones sociales, juntarse con familiares más y menos delicados. Así que es importante aprender a poner los propios límites, ser consciente de a lo que puedes y a lo que no puedes enfrentarte. También son adecuadas las soluciones intermedias (por ejemplo, voy, pero me marcho después del postre). Seguro que ya hay preguntas o comentario impertinentes que temes que te hagan e incluso puede que sepas de quién van a venir. Sería adecuado pensar con antelación en estas situaciones y tratar de generar una o dos frases que puedas contestar en el momento, tener algún zasca preparado te ayudará a ir más tranquilo y responder con más seguridad. Si tu interlocutor se pone pesado, puedes practicar la técnica del disco rayado, repitiendo el mismo discurso una y otra vez con tranquilidad, sin enterar en provocaciones ni discusiones. 


Para terminar, te propongo un ejercicio de Mindfulness llamado “Compartir la gratitud”. Con este ejercicio se pretende desviar el foco de atención de lo que nos falta en la vida, para ponerlo e aquello que tenemos. Puedes ver el ejercicio en este post.

Foto de Doralin Tunas

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